Pensamiento sobre la Historia
El reflexionar sobre el oficio de historiar, nos lleva a pensar en la utilidad misma de esta ciencia, sus aportaciones, motivos de existencia, razones de su importancia, así como los rubros que, bajo el estudio de objetos o sujetos, podemos entender y sobre todo tratar de explicar por medio de hipótesis históricas. El carácter de la historia es el conocimiento del propio hombre, es la explicación misma desde su perfil político (distinto a la política), en donde por medio del estudio de sucesos, es posible encontrar respuestas a su comportamiento a lo largo del tiempo, empero, el historiador entonces no piensa en lo humano únicamente, tiene la capacidad de dividir el tiempo en fragmentos artificialmente homogéneos, en donde espacio y realidad concreta, bajo la interpretación misma, nos brinda la explicación de objetos y sucesos históricos trasformadores.
La utilidad de esta cuantiosa ciencia nos deja bajo términos de grandes ventajas, el conocimiento de los sucesos del pasado estructurado con fuentes racionales, con lo que somos capaces de visualizar y profundizar en aspectos de carácter determinante en el presente; nos permite también marcar los aspectos que bajo diversas fuerzas han transformado los aconteceres del hombre a lo largo de su existencia, en donde la ambición de conocimiento y legado ha existido desde la antigüedad, misma que se confirma en el análisis de vastas obras:
“Es esta una exposición de la investigación de Heródoto de Halicarnaso, a fin de que ni lo realizado por los hombres se desvanezca con el tiempo, ni queden sin gloria las obras grandiosas y admirables, recogidas unas por los griegos y otras por los barbaros; y también otra cosa, porqué causa guerrearon unos contra otros”.[1]
Esa misma fuerza intelectual, permite al hombre alcanzar la libertad de pensamiento, en donde bajo un estudio profundo de sí mismo y sus comportamientos a lo largo del devenir histórico, infiere por sí y para sí, en su existencia como ente político para reflexionar lo siguiente: la historia desde cualquier ángulo que se mire y analice, siempre tendrá una influencia y enfoque político, es decir, no se trata de una ciencia neutral, como es sabido, la historia siempre depende de las acciones que hacen los humanos. Hablar de lo político es encontrarnos con la característica única de la vida humana, es decir, un factor que nos hace diferentes en medio de los seres mundanos y nos distingue de los animales. Se trata de una de las capacidades para decidir en asuntos de vida en sociedad, de crear, de pensar, de modificar lo existente con el fin de mejorar la convivencia humana, la capacidad de definirse, es la sustancia básica que nos hace únicos.
Pero pensar únicamente en lo político es prácticamente imposible en la actualidad, lo político se reduce ante la política y su mayor representante, el Estado. La Política también es parte de la historia y la historia de transforma totalmente influenciada por las relaciones mismas de la política y sus instituciones, la lucha histórica del poder está entonces en la política y no en lo político.
La historia política es el acontecer y accionar de todas las instituciones del Estado, creadas para la dominación y control de la sociedad, así es como la política se encarga de sustituir a lo político, hablando de la característica única de cada individuo, nos transforma en seres que solamente actuamos dentro de las instituciones diseñadas por el Estado mismo, para regular y guiar nuestras decisiones, manipular nuestros comportamientos, crear nuestros gustos, mantenernos dentro de las acciones supuestamente buenas y para el bien social, nos genera espacios de convivencia y esparcimiento, los hay desde públicos hasta privados, sus instituciones van desde religiosas, laborales, civiles, etc., incluso tiene la capacidad de manipularnos hasta el nivel de tener que socializar por medio de objetos, a sentirnos aceptados en círculos y niveles sociales que interactúan por los objetos mismos, por mercancías, en general se da la “suspensión en el sujeto social –debido a la atomización, descomposición o privatización- de su capacidad de totalizar prácticamente su socialidad” [2].
La historia se encuentra en medio de esto, nos atañe indudablemente hacer nueva historia desde un punto distinto al habitual, partiendo desde lo político como premisa base, para analizar los sujetos u objetos futuros de estudio. Inminentemente lo político pensando en una liberación intelectual, se convertiría en un motor para la creación e interpretación de la historia, sin los nudos creados por el Estado, dando una reflexión desatada de la política convencional y aportando la construcción de nuevas mentes que respeten el ente político y den solides a los estudios históricos.
Pero la historia conlleva otros factores más, desde su mismo entendimiento surgen incógnitas, nacen desde las acepciones mismas del termino o definición, historia es evidentemente un hecho ocurrido en el pasado, todos los vocablos referentes a la historia, están preñados de sentido y el designar con el mismo término los relatos del pasado y su veracidad, nos indica la estrecha conexión que existe entre la historia, concebida como narración y la vida, que es al final historia pura; lo que es un hecho es que la historia conseguirá cuanto mejor su propósito, cuando se acerque más en el relato, a los hechos vividos.
Un rubro más que es importante traer al análisis, es el problema de si la historia es o no un conocimiento científico, en realidad no se planteó hasta el siglo XIX esta problemática, especialmente en Alemania, país que dio las normas para este tipo de clasificación en las investigaciones, e hicieron diversas tesis en donde para decidir si la historia es una ciencia o no, se partía del concepto de ciencia mejor elaborado y más seguro entonces, el de las ciencias físico-matemática y el de las ciencias naturales. Pero ver a la historia como ciencia dura, seria limitarla y dejarla fuera del criterio de los estudiosos, que atinan con propuestas de índole filosófica, dando apertura a la participación activa del aspecto humanístico que permite tener una visión y profundidad en el entendimiento de los contextos, más a fondo. Ya lo citó el filósofo francés Bergson, “la ciencia en este sentido generalizador, confecciona trajes hechos, que sientan bien a todas las realidades posibles” [3], la historia como tal, bajo sus principios de interpretación de sucesos, no puede, no cabe en esta rigurosa regla.
El trabajo del historiador es imposible sin un criterio selectivo previo, pues si el historiador consiguiera como algunos han postulado, apagar su personalidad, “para ese no habría historia científica, sino una insensata vorágine de figuras diversas, todas diferentes, todas igualmente significativas o insignificantes pero sin ningún interés histórico” [4], es decir, que el historiador seleccione entre los hechos del pasado humano, los que le parecen más importantes, más significativos, ningún historiador admitirá que para él sea indiferente cualquier hecho en la práctica de su trabajo aunque lo acepte teóricamente.
A manera de conclusión (se trata de un tema que está por demás dar por cerrado), todo trabajo de busca de datos, de publicación de documentos, será estéril y nulo, si no se acompaña de una labor de interpretación, está siempre debe hacerse, no podemos dejarnos llevar en nuestro estudio por ideales ya superados, ni partir hoy de una tendencia progresista ingenua que creía posible efectuar a cada paso descubrimientos estupendos, tal vez el papel de los archivos logren despejar algunas incógnitas, pero la mayoría de las que aguardan a ser despejadas, se encuentran precisamente en lo que parece que todos conocemos ya y que no obstante, siempre se presta a nuevas reflexiones bajo la mano del oficio de historiar.
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Bibliografía.
Iglesia, Ramón, La Teoría de la Historia en México (1940-1968), Selección de Álvaro Matute, Fondo de Cultura Económica, México, 1973.
Echeverría, Bolívar, Cuestionario sobre lo político en El discurso crítico de Marx.
Heródoto, Historias I, versión de Arturo Ramírez Trejo, Universidad Nacional Autónoma de México, Libro I, México, 1984.
González y González, Luis, El Oficio de Historiar, El Colegio de Michoacán, México, 2009.
González y González, Luis, Pueblo en Vilo, Fondo de Cultura Económica, México, 1968.
Bloch, Marc, Introducción a la Historia, Fondo de Cultura Económica, Francia, 1949.
[1] Heródoto, Historias I, versión de Arturo Ramírez Trejo, Universidad Nacional Autónoma de México, Libro I Clío, p. 1.
[2] Echeverría, Bolívar, Cuestionario sobre lo político en El discurso crítico de Marx, p. 217.
[3] Iglesia, Ramón, La Teoría de la Historia en México (1940-1968), Selección de Álvaro Matute, Fondo de Cultura Económica, México, p.41.
[4] Ibídem, p. 46.