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El Zapatismo

El Zapatismo


Emiliano Zapata, dirigente del Ejercito Libertador del Sur, llamado Miliano en sus territorios y por todos los campesinos que le juraron lealtad en pos de su proyecto el Plan de Ayala, es sin duda alguna un icono representativo de la Revolución Mexicana y de un sinfín de movimientos armados subsecuentes a este evento que dieron principio al llamado Zapatismo. El Zapatismo, un movimiento campesino que tiene sus demandas bajo un pasado que no es tan común como las problemáticas políticas centrales y del norte de México que detonaron el inicio de una Revolución Mexicana con el llamado Plan de San Luis, promulgado por Francisco I. Madero, sino un pasado que tiene su base desde la época prehispánica y una desigualdad desde la época virreinal.


La base del Zapatismo como lucha revolucionaria, ve su consolidación bajo el mandato de Emiliano Zapata, nacido en San Miguel Anenecuilco, en el Municipio de Ayala, Morelos, el 8 de agosto de 1879, precisamente en este lugar el despojo de tierras vió la problemática desde hace más de 300 años anteriores al comienzo de la Revolución Mexicana. Varios de los informantes como Fray Bernadino de Sahagún en su obra Historia General de la Nueva España[1] o Fray Diego Durán en su trabajo Historia de las Indias de Nueva Epaña y Tierra Firme[2], ambos llegados una vez consumada la conquista, citan a la región como asentamientos consolidados, con origen Tlahuica y que como la gran parte de esta región, se veia sometida por el imperio mexica, muy probablemente tributarios bajo el mandato del tlatoani Izcóatl cerca del año 1437, tal como otros asentamientos de la zona como Cuahunáhuac, Atlatlahuca, Oaxtepec, Yautepec, Tepoztlán, Tepalcingo, Yecapixtla y por supuesto Anenecuilco, todos ellos se citan también en el Códice Mendocino como triburarios y fuguran como cabeceras; el códice y las fuentes primarias ya citadas, sirven como documentos prueba de la existencia de Anenecuilco desde el México prehispánico.[3]


En el tiempo virreinal, la posesión de tierras de la región, en particular Anenecuilco, se vio favorecida para los indigenas campesinos como se puede evidenciar en dos documentos decretados por la realeza, en donde el gobierno español daba por orden escrita la garantia de respetar sus “tierras y granjerias”, el documento mas añejo es una Real Cédula del Rey, fechada el 19 de febrero de 1560 y dirigida al Virrey de la nueva España Don Luis de Velasco y Ruiz de Alarcon. El segundo documento que citaré es un mandamiento del Virrey Don Gaspar de Zuñiga y Acevedo fechada el 1 de octubre de 1603, imponiendo respeto a la propiedad indígena.[4] Sin embargo la historia real de la región, incluida Anenecuilco es distinta, la injustia y reiterada explotación sobre el territorio, el despojo de tierra y la explotación de fuerza de trabajo fueron acrecentándose conforme el supuesto desarrollo que en el país se daba, los documentos no fueron suficientes par mostrar y evitarlo, la inminente lucha se tenia que presentar en algun momento.


Nombrado como cabeza del consejo de ancianos de Anenecuilco, Emiliano Zapata comenzó su lucha en contra de una evidente injustucia que por mas de 300 años existia, en 1910 se pronuncia a favor de las propuestas de Francisco I. Madero, sin embargo tras la elección de este como presidente, las propuestas con relación a las reformas agrarias no se ven atendidas, Zapata entonces hace a un lado su apoyo al presidente electo y se levanta en su contra bajo la proclamación política del Plan de Ayala el 28 de noviembre de 1911 que bajo sus puntos mas releventes se encuentra:


Cláusula 6: Como parte adicional del Plan que invocamos hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, cientificos a la sombra de la tiranía y de la justicia venal entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus titulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados, por la mala fé de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en la mano, la mencionada posesión y los usurpadores que se crean con derecho a ellos, lo deducirán ante tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución.[5]


Desde entonces la lucha armada de los zapatistas se vuelve una avanzada que alcanza a tomar regiones como Estado de México, Puebla, Guerrero, Oaxaca y el sur de la Ciudad de México, siempre con el estandarte del plan de Ayala, que se vuelve “la continuación de la historia de los campesinos de Morelos”, así cómo “el fruto de la inspiración exclusivamente popular y rural”.[6]


Apartir de 1912 Emiliano Zapata comenzó a hacer fuerte el pensamiento del Plan de Ayala, entregando tierras a los campesinos de Ixmiquilpan, Puebla, se trataba de territorios usurpados por hacendados; para 1914 cuando la situación bélica derivada de la Revolución Mexicana, Zapata ya había alcanzado generalizar y sistemtizar la reforma agraria llevada a cabo por su ejercito, reconvirtiendo muchas de las tierras en posesión hacendada explotadas con la caña de azucar y volviendolas a la trata de maíz, principalmente en Morelos.[7]


En 1914, la convencion de Aguascalientes la postura de los integrantes fue a favor de llevar a cabo el Plan de Ayala, uno de los principales fieles de Zapata, Manuel Palafox, fue nombrado secretario de agricultura del gobierno convencional. Se le cuestionó si estudiaría la cuestión agraría, a lo que respondió “No señor. La cuestión agraría la tengo ampliamente estudiada. Me dedicare a resolverla”.[8] La actividad zapatista entraba en una etapa de madurez.


Para 1915 las prácticas zapatistas fueron más intensas y radicales, la lucha por el agrarismo los llevó a establecer acciones como la distribución de muchas tierras de las haciendas y serían devueltas a los pueblos o repartidos bajo los artículos establecidos en el Plan. Después de muchos años, se volvia a observar una época de siembra con los campos sembrados con maíz y frijol principalmente, base alimenticia de los pueblos campesinos.[9]


Los conflictos comenzaron a desaparecer, principalmente en Morelos, Zapata se dedicaba a dirigir su proyecto desde su base y cuartel general desde Tlaltizapan, la inimaginable aplicación de un ideario a la causa colectiva comezaba a prosperar, parte del trabajo social en común de los suyos, el entendido del zapatismo se consolidaba.


En 1916 bajo el acecho de los carrancistas y sobre el entendido de que el triunfo constitucionalista solo llegaría con el asesinato de Emiliano Zapata, esto fue planificado, el 10 de abril de 1919 bajo una emboscada es asesinado en la hacienda la Chinameca, convirtiéndose en el trofeo de Carranza. Las leyendas surgen desde entonces, “Este no es Zapata, Miliano tenía verruga en la mejilla derecha y éste no la tiene”, afirmaban los cercanos a el; “Este no es Zapata, mando a su primo que se le parece, a palabrear con el traidor Guajardo y el sigue escondido en las montañas”, el dolor de una comunidad era evidente.[10]


La lucha zapatista continuaría, el artifice y conductor dejaba de existir pero el ideario y establecimiento de una intención de trabajo colectivo social, habia sido sembrado en los pueblos del sur; Gildardo Magaña, Francisco Mendoza, Genoveo de la O, Jesús Capistrán y Fortino Ayaquica, entre otros, fueron de los que mantuvieron o intentaron continuar con el ideario. El grito de ¡Viva Zapata!, dejaba de explicar tan solo el sueño de Emiliano, por medio de esta proclama retumba la voluntad de una lucha agraria que se forjo bajo la unión campesina y que a la fecha existe bajo el pensamiento de muchos de nosotros.


Bibliografía.

  • Gilly, Adolfo, La Revolución Interrumpida, Ediciones Era, México, 2007.

  • Knigth, Alan, La Revolución Mexicana, Fondo de Cultura Económica, México, 2010.

  • Landa Ávila, Juan José, Archivo del Zapatismo, Morelos, México, 2012.

  • Sotelo Inclán, Jesús, Raíz y Razón de Zapata, Editorial Etnos, México, 1991.

  • Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de la Nueva España.

  • Fray Diego Durán, Historia de las indias de Nueva España y Tierra Firme.

  • Códice Mendocino.

www.codicemendoza.inah.gob.mx



[1] Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de la Nueva España, libro X, cap. XXIX, párrafo 9.


[2] Fray Diego Durán, Historia de las indias de Nueva España y Tierra Firme, cap. II.


[3] Sotelo Inclán, Jesús, Raíz y Razón de Zapata, Editorial Etnos, México, 1991, pp. 42-56.


[4] Ibídem, pp. 64-67.


[5] Sexto punto del plan de Ayala, firmado por los revolucionarios más importantes del Ejercito Libertador del Sur


[6] Salmerón Sanginés, Pedro, La Utopía de Zapata. Morelos, 1914-1915, en Relatos e Historias en México, año V, Número 51, noviembre 2012, Editorial Raíces, S.A. de C.V., pp. 44-51.


[7] Ibídem, p. 46.


[8] Ibídem, p. 46.


[9] Ibídem, p. 48.


[10] Gilly, Adolfo, La Revolución Interrumpida, Ediciones Era, México, 2007, pp. 64-85.


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