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El Desierto de nuestra señora del monte Carmelo.

Actualmente el sitio lleva por nombre Desierto de los Leones, pero antiguamente fue denominado el Desierto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, un lugar que tiene sus orígenes a principios del siglo XVII, en donde la Orden del Carmen Descalzo decidió edificar este interesante Santo Desierto en la Nueva España, región ahora perteneciente a la Ciudad de México. La orden de los Carmelitas Descalzos proviene de España, en el siglo XVI bajo la reforma de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, se creó la orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Sus siglas O.C.D., provienen del latín Ordo Fratrum Discalceatorum Beatissimae Mariae Virginis de Monte Carmelo, y fundaron su primer convento en la ciudad de Ávila en la comunidad autónoma de Castilla y León en España.[1]


La Orden llega a la Nueva España en el año 1585, diez carmelitas descalzos desembarcan en el puerto de Veracruz, tomando la provincia denominada por ellos mismos como San Alberto de la Nueva España, la tarea principal era localizar la región y territorio precisos para la construcción de su Santo Desierto, se trata de espacios concebidos por la orden bajo una cosmovisión de retorno a sus orígenes, es decir, el regreso a la vida eremítica y a la espiritualidad de los “padres primitivos”, siempre alejados de todo agente distractor, que habitaron en el Monte Karmel (Carmelo) en el valle del Wadi’Ain Es-Siah, en Palestina, hacia finales del siglo XII, pensamiento que fue llevado a su máxima expresión por fray Tomás de Jesús en su proyecto de Santo Desierto.[2]


El mismo Fray Tomás de Jesús, establece lo que le da a esta orden la peculiaridad, fija una estructura arquitectónica para la construcción de los desiertos y conventos, normas que hasta la actualidad siguen vigentes, el Convento de San José del Monte de las Batuecas de Salamanca, España, fue diseñado y edificado bajo la dirección del propio fray Tomás entre 1597 y 1607, fue el modelo a seguir en la edificación de todos los santos desiertos en las diferentes provincias que la orden tuvo en Europa y América.[3]


Las características principales son el aislamiento de los centros urbanos, con terrenos fértiles a los alrededores, vegetación prominente y basta, manantiales para la manutención de las necesidades de este líquido vital, y montes que tuvieran la facilidad para la construcción de las Ermitas, con su típica construcción de pequeñas edificaciones dotadas de una celda, cocinilla, oratorio, campanario, huerta y cerca.[4]


Es importante revisar el modelo arquitectónico de construcción, bajo la dirección de Fray Tomás de Jesús en 1597, el plano arquitectónico establecía que oratorios, celdas y áreas de uso comunitario se edificaran en torno al templo, el cual quedaría al centro del conjunto, comunicándose con los espacios por medio de corredores construidos a partir de cada uno de los cuatro lados de la planta. Complementado por una serie de ermitas o viviendas que se edificarían alejadas del convento y diseminadas por el terreno, que a su vez debían estar cercadas por dos bardas que delimitaban los espacios, una interior que contenía al convento y las celdas individuales, y otra llamada de la excomunión, que delimitaba toda la propiedad, entre estas se localizaban las ermitas.[5]


La construcción del Desierto en la Nueva España se realizó en terrenos otorgados por el gobierno Virreinal que se localizaban en la jurisdicción de Coyoacán, espacios que por línea directa fueron heredados por descendientes de Hernán Cortes. El patrono de la obra Don Melchor de Cuéllar contaba con suficiente influencia sobre el Virrey Juan de Mendoza y Luna quien entrego todas concesiones a la Orden.


Parte del conjunto fue edificado bajo la dirección del carmelitano fray Andrés de San Miguel de 1601 a 1611, posteriormente obras de importancia se llevaron a cabo de 1611 a 1618 bajo el priorato de fray Juan de Jesús María, tales como el recubrimiento con plomo de las cubiertas del convento y algunas ermitas, las calzadas y bardas perimetrales, así como buena parte de las instalaciones hidráulicas que dotaron de agua al convento y las ermitas. En el año 1722 templo y convento fueron demolidos debido a fallas estructurales, el convento que ha llegado a nuestros días fue obra de tres arquitectos: Miguel de Rivera que lo trazó, Manuel de Herrera y Antonio de Roa, fue edificado siguiendo el modelo arquitectónico ya analizado, edificando además una pequeña capilla en la cumbre del cerro de San Miguel, sitio donde nacen los manantiales de agua y que, según datos de los propios carmelitas, había sido ocupado antes de su llegada y usado para prácticas de carácter idolátrico, muy probablemente bajo la cosmovisión del México Prehispánico y los cerros como espacio de sustento.[6]


El lugar fue abandonado en el siglo XIX, en el año 1801, derivado de las malas condiciones provocadas por el entorno natural, extremas lluvias, humedad constante, etc., y tras un acuerdo con el gobierno de la capital virreinal en donde a cambió de financiar la edificación de un nuevo yermo en terrenos del convento del Carmen de la ciudad de Toluca, situados en su hacienda de la Tenería, localizada en Tenancingo, actual Estado de México, se cedían los terrenos al gobierno de la ciudad. A la fecha la orden religiosa conserva los espacios en el Estado de México, pero destinados al noviciado.[7]


Una vez concluida la guerra de reforma, los gobiernos reconocieron el valor de la zona y fue declarada como zona de reserva forestal en 1876. Hasta la época de la revolución mexicana, Venustiano Carranza promulgó en lugar como Parque Nacional en el año 1917. Y el presidente Miguel de la Madrid decretó la expropiación a favor del gobierno del Distrito Federal. Finalmente, en 1999, a través de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca se transfirió la administración del Parque Nacional Desierto de los Leones al gobierno local.[8]


En la actualidad el lugar es visitado como una atracción cultural y bajo el influjo del paso del tiempo, se ha convertido en un sitio para la fabulación de mitos y leyendas en muchos de sus espacios, tales como El sótano, en donde se comenta que durante muchos años ese lugar ha sido desde almacén de agua, lugar de presos de la revolución, lugar de penitencia para los monjes, hasta cementerio por poco tiempo, se dice que ahí llegaron a esconder cuerpos. Un lugar sumamente oscuro y húmedo en donde la vista a duras penas logra estabilizarse. Durante las noches, los guarda bosques llegan a escuchar rezos e incluso lamentos, gracias a toda la energía que tiene guardado ese lugar. El comedor es otro caso, lugar situado en el centro del convento del Desierto de los Leones, comenzó siendo comedor de los frailes y monjes del convento, y se dice que había una sala especial para los monjes que andaban en penitencia de silencio, esta sala contaba bases giratorias para pasar la comida sin tener contacto con el exterior ya que se apartaban por un tiempo del mundo, y cada determinado tiempo renovaban sus votos de religión, esto les ayudaba a restablecer su compromiso con Cristo. Actualmente se dice que a ciertas horas de la noche se llegan a prender las luces y se escuchan movimientos de sillas junto con algunos cantos o rezos y que incluso se llega a percatar del aroma de los alimentos.[9]


Una gran cantidad de mitos, leyendas pero sobre todo, el estudio de las fuentes, forman el legado histórico de este lugar tan representativo del poniente de la Ciudad de México en la delegación Álvaro Obregón.


Bibliografía.


  • Guzmán Monroy, Virginia, Los Recursos Maderables del Santo Desierto de los Leones. Siglos XVII-XIX, boletín de Monumentos históricos tercera época, núm. 22, mayo-agosto, 2011, México.

  • Fray Agustín de la Madre de Dios, Tesoro escondido en el Monte Carmelo mexicano, México, UNAM, versión paleográfica, introducción y notas de Eduardo Báez Macías, Libro 4, Cap. V, 1986

  • Parque Nacional Desierto de los Leones.

http://desiertodelosleones.mx/parque1.html

  • Un desierto, el primer parque nacional.

http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2017/04/21/un-desierto-el




[1] Información obtenida del sitio en Internet: Parque Nacional Desierto de los Leones.

http://desiertodelosleones.mx/parque1.html


[2] Guzmán Monroy, Virginia, Los Recursos Maderables del Santo Desierto de los Leones. Siglos XVII-XIX, boletín de Monumentos históricos tercera época, núm. 22, mayo-agosto, 2011, México, pp. 92-93.


[3] Ibídem, p. 93.


[4] Ibídem, p. 93.


[5] Fray Agustín de la Madre de Dios, Tesoro escondido en el Monte Carmelo mexicano, México, UNAM, versión paleográfica, introducción y notas de Eduardo Báez Macías, Libro 4, Cap. V, 1986, pp. 296.


[6] Op., Cit., Los Recursos Maderables del Santo Desierto de los Leones. Siglos XVII-XIX, pp. 95-96.


[7] Op., Cit., sitio en Internet: Parque Nacional Desierto de los Leones.

http://desiertodelosleones.mx/parque1.html


[8] Ibídem, sitio en Internet: Parque Nacional Desierto de los Leones.

http://desiertodelosleones.mx/parque1.html


[9] Información obtenida del sitio de internet: Un desierto, el primer parque nacional.

http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2017/04/21/un-desierto-el



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